Hijos de la Magia (POSICIONES ABIERTAS)

(Hola a todos, he vuelto a la zona RolePlay, asi que retomare el puesto de Delta Hembra )

-Que hago aqui?- Me pregunte, habia despertado en otro lugar, uno completamente diferente. Estaba en un lugar lleno de arboles; naturaleza, un ambiente muy diferente al que estaba, lleno de dunas de arena y ni una sola gota de agua para beber. Aproveche y empeze a buscar agua, estaba flaca y sedienta, queria encontrar a mi manada, sentia su olor, predecia que yo ya estaba cerca.

Solté todo el aire de golpe.
-¿¡PAREJA!?- exclamé en un grito que levantó el vuelo de un cuervo que andaba merodeando por ahí cerca.
Alcé la cabeza.
-Así que ya se te dispararon las hormonas...en dado caso, tendría que advertirte que tengas mucho cuidado: hay esposos que sólo te dejan por los hijos...y respecto a hijos tenía que hablarte. Debes tener cuidado, Mean...-

-Aaaah, ¿lo cual viene a ser que ya te enamoraste de uno?- puse los ojos en blanco. Rastreé en su mente y no, al parecer, seguía en blanco. Lo que quería era...¿encontrar a alguien?.
De repente, el lobo Beta se acercó corriendo jadeando.
-¡SEÑORA!- replicó con un hilillo de voz. -Los Agathe atacan. Vienen por no se qué extraño motivo- concluyó su informe.
Escudriñé sus pensamientos y noté que era el lobo de la cuadrilla de caza matutina, el que me sub-plantaba cuando yo no dirigía la caza. En sus merodeos habían visto al Beta de los Agathe hablando desesperadamente con el Alfa Macho y la Alfa Hembra, sus padres.
"Padre, ¡la quiero! ¡Vi su actitud!"- gritaba
"Estamos en paz con los Hijos de la Magia, Sean. No podemos provocarles una guerra raptando a la hija de Laisha-" discrepaba su padre.
Regresé mis ojos al presente.
-Mean, ¡ESTO ES LA GUERRA!- grité.
-Skull, reúne a los lobos que están en guardia y diles que tendrá lugar un combate- hablé con rapidez y claridad.
-Y tú, Mean...-sacudí mi enorme cabeza-. Sean, el hijo de los Alfa de los Agathe, cayó a tus pies...me temo que usará la fuerza para llevarte si es necesario- la miré fijamente a los ojos-. Ahora, es tu decisión si quieres ir con él o no.
"No te voy a obligar a que vayas, a pesar de que si no vas explotaría un combate entre nosotrs y los Agathe.
Un aullido nos interrumpió. Era Skull de nuevo.

Una lágrima desbordó mi mejilla.
"Pero...Mean no quiere a Sean"-pensé para mis adentros.
Opté por lo que cualquier madre haría por su hija: la guerra.
Salí a una velocidad a la cual nunca había corrido antes, recobrando la fuerza de mi juventud, y solté un aullido con toda la fuerza de mis pulmones. Inmediatamente se me unieron los lobos guerreros de la manada; ya que comprendían el aullido: de guerra.
Avancé corriendo y en el camino se me unieron más lobos, nómadas, ya que seguramente al verme acarreada sospechaban el motivo. Probablemente ellos también habían estado espiando la conversación entre yo y Skull.

Leí la mente de Thany y su curiosidad.
-ES LA GUERRA- troné. Con eso bastaría para que nos siguiera.
Al final del camino, en las orillas del territorio Agathe, éramos ya una cuarentena de lobos. Bastantes, la verdad, de sobra, como para combatir.
Gruñí en voz potente, presentando mi afrenta hacia el líder Alfa Macho y hacia Sean, el cual resultó ser un lobo bastante fortachón y de buena estatura. Eso no me hizo temer. Contaba con mis dotes de guerrera de mi lado, además del curandero que estaba en nuestro clan.
-Supongo que estoy enterada del motivo de esta guerra- lancé.
-Sí- la voz del líder Agathe resonó entre las rocas por las cuales estábamos rodeados.
Di un paso al frente y alcé mi cabeza, una clara señal de desafío. Me sorprendió bastante que la que diera el paso hacia el frente fuera la madre de Sean, la Alfa.
Tensé mi rabo y la pelambre de mi hocico se me erizó.
-Será desafío entre nosotras dos- lancé a gruñidos y comencé a ubicar entre los recovecos de mi mente mi hermoso escudo mental. Nunca había luchado con él, dándole uso como defensa hacia los demás, pero calculé la distancia y rodeé a nuestra manada con la capa protectora. Acto seguido, aún concentrándome en la barrera, enfoqué mi mirada hacia los ojos de la madre de Sean. Su mente calculaba mis posibilidades como guerrera, y al parecer en su mente tenía altas espectativas sobre mí.
-Claro que sí- aquello la sobresaltó. -De cachorra me entrenaron para la guerra, aunque rara fue la vez cuando me usaron para la guerra y los combates. Yo estaba...¿sabes de qué lado estaba?-
La Alfa hizo una pregunta muda en su mente.
"¿Me pregunto qué mosca le picó a ésta?".
Puse los ojos en blanco y rodé la cabeza.
-Las moscas no pican-. dije con sequedad y comencé a rodearla lentamente...

Sean se encogió ante el gesto de Mean.
Yo le salté directo a la yugular a la insensata madre de Sean, la cual respondió con un zarpazo en la cabeza. Decidí atacar más profundamente, por lo cual ubiqué una de mis patas traseras en su panza e hice ahí presión. Al ataque la loba respondió con un "abrazo", el cual me dejó rodando en el suelo, a varios metros de ella. Comencé a jadear, pero recobré fuerzas al ver la profunda herida en la yugular que tenía la...loba.
Me sorprendió bastante el ver una herida en mi pata trasera; pero me acerqué corriendo para descargarle un golpe en pleno vientre. Gimió por lo bajo.
Alcé una pata, la única que no estaba herida, con las pocas fuerzas que me quedaban y le rasguñé la cara. La loba sólo retrocedió, con la cabeza gacha.
Utilizé esos minutos para recuperarme y tomar un respiro de aire; pero en cuanto la loca loba alzó la cabeza venía con más fuerza que nunca. Cerré mis ojos, intentando sacar fuerzas de algún sitio.
Inmediatamente asaltaron mi mente los dulces y agradables recuerdos de mis primeros días con Thany y Mean, las cuales eran dulces hermanas gemelas. Con eso me bastó para abrir los ojos de golpe y darme cuenta que la contrincante ya estaba a unos pocos centímetros de mi garganta. Gracias a un movimiento rápido y práctico, logré retirarme justo a tiempo.
El olor de sangre era casi tangible ya: había manchas de sangre por doquier. Ambas lobas éramos pelos y sangre, nada más, ya bien fuera la sangre propia o la del adversario.
Me puse en pie, basándome en los pensamientos que me daban la fuerza necesaria para seguir, y abrí mis fauces, con mis afilados colmillos enfilando uno tras otro, listos para cortar carne, venas, arterias y/o cartílago. Corrí hasta donde estaba mi oponente, rasgando y arrancándole parte de la piel con pelo incluso del cuello. Casi había acertado a mi objetivo: la yugular. La Alfa respondió mi ataque con un salto sorpresivo sobre mis espaldas, a los cuales correspondí tirándome al suelo y colocándome sobre ella. Hice una especie de jaula encerrando su cabeza con mis patas delanteras y tanteé el lugar exacto de la boca de su estómago con mi única pata trasera sana, aún dolida por el salto. Cuando logré ubicarlo, presioné con todas mis fuerzas para sacarle el aire.
Me retiré unos pasos y miré los ojos a su pareja.
-¿Tú tambien? No ha muerto- observé.
El Alfa estaba boquiabierto. Era el momento preciso de actuar.

Hice una mueca y me puse en pie.
-Acabemos con ésto de una vez- gruñí en voz baja, y sacando de los recovecos de mi mente el poder que ya casi había olvidado, inmovilizé a la Alfa por completo. Me acerqué a trote, ya que mi cansancio me impedía el ir más rápido, hasta donde estaba, y descargué el golpe de muerte sobre su yugular.
El Alfa me gruñó en respuesta y se abalanzó sobre mí; pero en alguna parte de su salto perdí la concentración y solté el escudo "mental", algo que realmente jamás debería de haber hecho...los Alfas tenían poderes los cuales habían, por consiguiente, heredado a Sean. Gemí al sentir cómo mis patas ya no me respondían, pero de respuesta de contra-ataque ubiqué en mi mente el causante de ese dolor: el Alfa. Lo tiré al suelo justo a medio salto con mi súper-poder de inmovilizarlo (?). Lo privé de sus sentidos, pero lamentablemente con Sean nada pude hacer. Algo que había en él me bloqueaba...